jueves, 22 de noviembre de 2012

Pastillas para dormir.



Caminaba perdidamente por la antigua calle de la amargura. Era una tarde gris, acababa de llover y casi logro caer al dar un mal paso. Vi a través del vaho como se iban por el aire mis suspiros. Izquierda, derecha, izquierda, derecha... me iba acercando hacia una farmacia, cuando de repente, una mujer desarreglada y mal vestida y con un papel en mano, me detuvo. No era muy joven.

-Por favor, señor, necesito que me ayude. Vengo de muy lejos y me piden identificación para darme ésta medicina y no la traigo.

Observé como la gente pasaba como si nada existiese tras sus pasos. Tomé el papel y acepté. Sabía que nadie más iba a ayudarla a obtener sus drogas. ¿Yo quién soy para juzgar? No sabía lo que tenía escrito en la receta. Ella entró nerviosamente detrás de mí. Esto no me da muy buena espina.

-Buenas tardes, ¿En qué lo puedo ayudar?
-Ah, si- le entregué la receta a la farmacóloga.
-¿Si me puede dar una identificación? El Clonazepam solamente se vende medicado.

Saqué mi cartera y le presenté mi credencial. Anotó mis datos en la receta. Pasaron muchas cosas por mi cabeza. ¿Que estoy haciendo? ¿Cómo sé que las usará para su tan obvio insomnio? ¿Y si las venderá a los viciosos y esto me vaya a afectar de alguna forma? Lo hecho, hecho está. La mujer desarreglada mantuvo una cara seria en casi todo el momento y nos mirábamos de reojo, pero en el fondo, ella sabía que tenía su problema casi resuelto. Salimos del local y le entregué su caja sin decir más. Gracias, dijo ella. No le contesté. Seguí caminando para salir de esta maldita calle y llegar a tomar el autobús. Eso me pareció la decadencia del mundo, y creo que contribuí a su expansión. Oh si, pastillas para dormir, para no pensar en la cruel realidad que nos flagela para hacernos caminar sin siquiera dejarnos voltear a verla a los ojos.

[Perry O’Hara]

viernes, 9 de noviembre de 2012

Sombras errantes.



A Rosa María,
que tu espíritu siga entre los vivos

Me encuentro en mi cama vacía, entre la oscuridad de la habitación producida por las cortinas cerradas. No hay nadie en casa, solamente estoy yo, rodeado por un silencio estremecedor y las tétricas y burlonas sombras danzantes de esas horribles y viejas estatuillas deformes de santos en el altar producidas por las veladoras y que se asoman desde la puerta de mi habitación. Me levanté a prepararme una taza de café para reaccionar de mejor manera, para concientizarme de que ya estaba en el mundo real y no en un engañoso sueño. Ya me ha pasado antes, que es tan real aquel soñar, el oler, escuchar y sentir esas escenas, que te hacen creer que estas despierto y activo. Normalmente suelo ser despertado por el griterío y el correr de la gente con la que vivo. Hoy no fue así, seguí dormido hasta el medio día. Ya me hacía falta un poco de tranquilidad, un descanso de todas esas inquietantes personas que perturban mi espacio personal y ponen de nervios todo mi ser.
Ahí estaba yo, sentado en la mesa de la cocina tomando una taza de café y disfrutando del silencio. Entre sorbos me puse a meditar sobre la vida. Ellos creen que soy un apático, un gruñón que no aguanta nada, una persona reservada y encerrada en si misma, pero no es tanto eso, simplemente odio a la gente. Estar rodeado de tantas personas en una pequeña habitación –pues la casa no es muy grande- me desespera como no tienen idea, me ahogo en mi mismo con la necesidad de salir corriendo a respirar el oxigeno que ellos me han robado. Escuchar sus comentarios y sus pláticas tan banales y sin sentido daña a mis oídos. Pero que importa eso ahorita, parece que después de aquella discusión de anoche decidieron dejarme aquí dándome así un día de descanso. ¿A dónde habrán salido? ¿Tardarán en llegar? No lo sé. Lo único que sé es que tengo que aprovechar el momento, pues quizá no se vuelva a repetir en un tiempo.
Sigo sentado en ésta silla con media taza de café en mi estomago. Veía las sombras de esos santos bailar, burlándose de lo que para ellos podría ser una desgracia y lo que para mí es un alivio. Creo que todo esto es cuestión de perspectivas, uno está bien con ciertas situaciones que para otros están mal. Un escalofrió comenzó a perturbarme. Algo me incomodaba en este momento, y no tenía sospecha de lo que podría ser. Comencé a recordar de nuevo esa maldita discusión de anoche. Cenaba tranquilamente en la silla donde estoy precisamente sentado en estos momentos y fue que entró Alberto con una actitud muy seria. Nunca lo había visto así. Era la viva imagen de nuestro padre. Se sentó a un lado de mí y giró la silla para verme de frente.

-Oye, quería hablar contigo sobre tu actitud. Así no llegaras lejos. Evitas a medio mundo por temor a algo y eso me inquieta. ¿Qué es lo que pasa contigo? Recuerdo que antes no eras así.
-Algunas personas cambian, otras no. Y hasta ahora creo que no les he causo problemas.
-Pero es como si no estuvieras aquí, como si fueras un extraño. No convives con nosotros, te la pasas encerrado en tu cuarto y eso me desespera. Te has vuelto muy reservado, no sabemos nada de ti.
-Es mejor no saber ciertas cosas- y le tomé un sorbo a mi jugo de arándano.
-¿Es todo lo que me vas a decir?
-¿Es necesario dar una gran explicación?
-¡Somos tu familia, carajo! No eres un huésped más. Puedes confiar en nosotros y decirnos si algo te perturba.

Silencio. Nadie más dijo nada. Seguí comiendo tranquilamente mientras él me observaba con una mirada desesperada por mi muda contestación. Siempre he sido de pocas palabras, hablo lo necesario y me mantengo callado gran parte del día. Que yo recuerde, siempre he sido así.

-Ya veo que no piensas decir más.
-¿Qué quieres que te diga? Me estas amargando la cena.
-Sí tanto te molesta mi preocupación, me voy ahora mismo.
-Que sensible eres.  
-¡Sí sigues con esa actitud, te quedaras solo en esta vida! ¿Sabes? Me preocupo por ti y me tratas con apatía. No entiendo por qué alejas a las personas de…
-Odio a la gente…
-¡¿Qué?!
-Simplemente odio a la gente. Dicen demasiadas cosas sin sentido, son hipócritas, se alegran de la mediocridad del otro. Solamente calientan los asientos y roban oxigeno. Me desespera encontrarme rodeado entre tanta multitud.

Alberto frunció el ceño y derramó en mi cara el jugo de arándano y dejó la habitación. Tomé una servilleta y me limpie. Era la primera vez que hacía eso. Su cara era igual a la de mi padre cuando se enojaba con nosotros. Me recordó mi infancia, mi horrible infancia. Todavía recuerdo como me hice esa cicatriz en mi mano. Todo por un estúpido juego. Pero que importa eso ahorita, hay silencio y paz en esta maldita casa.
Pasaron un par de horas, yo creo, cuando escuche llegar un automóvil. Era el ruidoso motor de ese viejo y desgastado Datsun de siglo pasado. Enseguida me levanté y me metí a mi cuarto. Ahí estaba yo, sentado sobre el escritorio hojeando unos libros viejos. Se me hizo extraño el no escuchar tanto ruido, pareciera como si algo les haya quitado la energía. Pero que importa, no quiero verles la cara, ni mucho menos a Alberto. Todavía sigo molesto por lo del jugo de arándano. Estuve sentado un buen rato, alumbrado por una lámpara de escritorio. Me había agobiado el estar demasiado tiempo así. Creo que debo salir a fumar un cigarrillo, pero eso significa encontrarme con esas caras con expresión de extrañeza y enojo. Pues tomé fuerzas y salí tranquilamente, como si nada. La sala estaba invadida de gente con rostros cabizbajos. ¿Qué habrá pasado? Me pregunté. Que importa eso, debo salir al patio a despejar mi cabeza con un cigarrillo. Creo que siguen en cierta forma enojados conmigo, nadie ha dicho nada y ni voltearon a verme.
Que deprimente día. Parece que lloverá, pero por como es clima aquí, dudo que caiga una precipitación en este momento. Escucho murmurar a la gente de adentro, pero no me interesa lo que estén diciendo. Observo el humo exhalado de mis pulmones volar sobre mí, desfigurándose y desapareciendo poco a poco. A veces creo que la vida es así, ¿Qué a veces?, lo creo. Somos un suspiro de la vida y así como llegamos, desaparecemos. Ellos tienen una vida más fácil, porque no se preocupan por este tipo de cosas. Escucho unos pasos detrás de mí. Creo que es Alberto. Veo acercarse una figura oscura hacia mí. Esto no me agrada, me incomoda, me pone nervioso, mi corazón late con tanta rapidez.

-¡¿Qué quieres?!… ¿Alberto…?

Nada, silencio y nada más. Me señala con su mano, igual que nuestro padre cuando venia a regañarnos. Me viajé de nuevo hacia el pasado, a nuestra infancia, a una de esas típicas escenas donde él nos gritaba por haber roto algo o porque simplemente le había ido mal en su trabajo. Esa figura se acercaba a mí y no tenía para donde huir. Un fuerte viento comenzó a soplar, levantando todo el polvo y las hojas. De repente todo se puso cada vez más tétrico.

-¡Ya basta! Si querías espantarme, lo estas logrando. ¿Qué quieres ahora, Alberto?

Una muda respuesta. Creo que me esta aplicando el ojo por ojo para que recapacite. Maldita sea, no deja de hacer eso. Camina con tanta lentitud, como si esperara a que me acerque. Parpadee y Alberto ya no se encontraba ahí. Ahora dudo que haya sido él.  Mi corazón late cada vez más rápido al no entender que es lo que pasa. Decidí entrar de nuevo a la casa, pues estaba comenzando a llover y ya no quería estar ahí. Me recibieron las sombras burlonas de los santos y los lloriqueos de la gente. No entiendo todavía lo que pasa.

-¿Está todo bien? ¿Qué sucede? ¿Por qué están todos aquí?

Esas malditas sombras ya me tenían harto. No sé que me desesperaba más, sí las sombras de las estatuillas o la multitud en este pequeño espacio. Nadie me contesta y eso me desespera demasiado. Ya comenzaba a derrumbarme cuando en eso, siento que tocan mi hombro.

-Así no podrás llegar muy lejos. Entiende que esto no es tan sencillo como crees.

Esa rasposa y grave voz se parece a la de mi padre. La diferencia es que sonaba de cierta manera más dulce. No sé si realmente voltear a ver, pero sé que no tengo de otra, que no debo huir. No había nadie detrás. Eso me aterra cada vez más. Escucho el murmullo de la gente. No entiendo lo que dicen. ¡No entiendo nada! Quiero salir corriendo, pero algo me tiene atrapado ahí, estaba paralizado, congelado, sin poder mover ni un músculo. La gente seguía en la sala. Me sentía observado, una mirada de lástima penetraba en mí ser. Un olor a flores e incienso  comenzó a hostigarme. Como pude, camine hacia la sala. Alguien había fallecido, hay un féretro cerrado, coronas de flores sin nombres y veladoras sin gracia.

-¿No te has dado cuenta de lo que sucede, verdad?

De nuevo esa voz. No entiendo nada. Nadie me habla, nadie me quiere explicar lo que sucede.

-No, no entiendo lo que esta pasando. Dime, ¡¿qué demonios sucede?!
-¿Todavía no sabes en donde estas parado?
-¡Ya te dije que no entiendo nada!
-Abre el ataúd, ahí esta tu respuesta.

Me acerqué con miedo, no quería abrirlo, pero mi respuesta estaba ahí. Al momento de empujar la tapa, un frío atroz me invadió. ¡Esa caja infernal contenía mi pálido e hinchado cuerpo!

-Estás en tu funeral, hijo. Vine por ti. 

[Perry O'Hara]

martes, 2 de octubre de 2012

Absurda noche de Octubre.

Creo que pierdo el tiempo tratando de entender todo esto. Últimamente me eh sentido como Meursault. Creo que mi existencia es algo absurda como para seguir aquí. No se si realmente pertenezco a este entorno, no se quién es el hipócrita en este mundo. La rutina a veces me hace sentir tan solitario, a veces me hace sentir aun más absurdo de lo que ahora pienso. Marchas por todas partes, la búsqueda de una justicia social, la desconfianza en la gente con traje elegante o en los grilleros con su altavoz que se creen muy valientes al mentar madres en plena plaza pública, todo eso, no pasa de ahí. Intento entender todo esto observando mi entorno como cual niño observa hormigas con una lupa. El problema es que la hipocresía los hace cambiar el rumbo, su falta de sostenimiento en las ideas y convicciones hace que todo se vuelva absurdo. Suelo sentirme ajeno a esta sociedad, pero se que no lo soy. Muchas personas me aburren rápido reduciendo todo el circulo social que eh ido construyendo por necesidad. Siempre eh pensado que el hombre socializa por necesidad, que no es sociable por naturaleza. El sentido se me ha ido perdiendo poco a poco al descubrir que realmente nada lo tiene. Una desesperación toca a mis puertas y me doy cuenta de que estoy condenado a una libertad y no sé como pagar esa sentencia. ¿Qué podría construir para ser inmortalizado? No busco la eternidad realmente, solo creer que esta existencia no es tan absurda como pienso. Ya me he caído muchas veces y al levantarme, me doy cuenta de que todo sigue igual, que cada generación ha pedido un mundo nuevo, pero terminan construyendo el mismo con pequeñas diferencias apenas perceptibles. Oh pobre Meursault, sintiéndote tan ajeno a esta vida, a esta absurda vida que termina pudriéndonos las entrañas. A veces me suelo sentir como tú. 

[Perry O'Hara]

viernes, 17 de agosto de 2012

Sobre la cornisa.

Fue una larga semana la que transcurrió. De nuevo es viernes y realmente no se si alegrarme. Lo mas probable es que me quede en casa a escuchar las incoherencias y exageraciones de aquellas bocas mentalizadas por la basura televisiva que les ha lavado la cabeza y metido miedo, como suele hacer ese aparato infernal. Últimamente he sentido de mas esta soledad mientras me siento sobre la cornisa  mirando a todo el mundo pasar como si nada importara, como si nadie mas existiera. Los veo huir del temporal que parece no cesar, que no deja salir a nadie de su guarida. Ahora veo de otra manera esta realidad y todavía no me ha dejado de marear ni de disgustar completamente. Por un momento me aburren los verbos beber y fumar, pero eso no ha evitado que los siga practicando como es lo usual. 
Todavía creo en el acomodo de las situaciones. El problema es que parece nada se acomoda a mi actual situación. ¿Sera la condena de mis acciones la que evita que todo esto salga de la mejor manera, o simplemente he esperado demasiado de ello, creando que la decepcionante realidad me golpee mas duro? Todavía sigo en las nubes, esperando responderme a esas dudas que tanto me castigan al dejarme sin dormir por momentos. 
Me desespera seguir viendo a la mediocre multitud festejando orgullosamente por una insignificante medalla de oro que no vale la pena, al contrario, solamente es una enajenación de la mente. Por un lado los mexicanos ganamos una jodida medalla mientras por el otro lado ya andan chingándonos con gasolinazos y aviones y una que otra imposición. Pero eso que importa, una medalla de oro nos ha unido de nuevo y eso es lo que cuenta. ¡Aunque nos jodan a todos, ganamos una medalla de oro! 
Pero que importa, yo sigo mirando solitario en la cornisa a esos pobres incautos que no dejan de festejarle esa victoria a esos once que los convirtieron en semidioses. Y yo sigo solo de nuevo, arreglándomelas para no caer de donde estoy sentado, acompañado solamente de una cajetilla de cigarros y un vaso con algún licor desconocido, mientras la lluvia no para de molestar a esos imbéciles, cosa que me tiene sin cuidado.

[Perry O'Hara]

domingo, 1 de julio de 2012

El color del Agua

A Brizeida Hernández Martínez 

El día se terminaba, la puesta de sol era de lo más común. El cielo se tornaba color anaranjado con ese común color purpura desapareciendo hacia lo negro dándole ese chance de brillar a las estrellas que no se dejan ver durante el día. Ella subía rápidamente las escaleras hacia su apartamento, soltando una apenas perceptible ráfaga de aire que levantaba su cabello y su vestido. Algo le apuraba por llegar, eso se veía en su angustiosa cara. Tras el último escalón del cuarto piso, se encontraba parada frente a la puerta con la llave en mano, a punto de abrirla. Sabía que algo iba a pasar, presentía que al abrir la puerta la esperaba algo o alguien con ansias. La puerta se había atorado, como si una gran fuerza impidiera el acceso al departamento, como si realmente tuviera vida y le impidiera entrar por alguna razón. Entonces ella tomo fuerzas y empujo la puerta hasta casi azotarla. Comenzó a salir un chorro de agua. Todo estaba mojado, húmedo. Las goteras no dejaban de salir del techo. Pareciera que llovía adentro, un chubasco sin sentido ni control. Ella entro con una angustia, con desesperación de ver ese escenario que no tenía razón de ser. El nivel del agua era algo bajo, apenas y medio centímetro de altura. Camino entre los chapoteos dirigiéndose hacia su cuarto. Entre sus pies unos peces grises que parecían ser inofensivos pasaron nadando rápidamente. Ella se espanto por el sentir de sus escamas sobre su piel, confundiéndolos con alguna criatura mortal, con algún ser extraño que le carcomiera su carne. El nivel del agua seguía subiendo, todavía goteaba del techo, un goteo desesperado que salía de la nada y parecía nunca acabar. El sonido del choque de las gotas contra el suelo no dejaba escucharla pedir auxilio, ni la dejaban pensar en lo que pasaba. Un tronido macabro se escucha de repente, como un rompimiento de paredes. Ella seguía caminando con un gran miedo, pero nada le impidió seguir caminando y empaparse. Su cabello estaba tan flácido y pegado en sus mejillas, su vestido blanco con flores rojas y guindas se había pegado a su piel.  De repente paro de gotear, y ella se detiene a mitad de la sala. Se le ocurre pasar por la cocina, algo le llamaba desde ahí, era como si una voz en su interior le dijera que tenía que desviarse hacia la cocina. Un brillo particular salía desde el fondo, colores resaltaban hacia el techo simulando un espectral espectáculo de las luces del norte. Sus ojos comenzaron a mostrar un brillo hermoso, una sensación de alegría interna. Una gran sonrisa se dibujo en su cara, una sonrisa placentera. Su temor se había calmado. La luz la llamaba por su nombre. Quedo hipnotizada y con ganas de tocarla, con ganas de nadar al fondo para tocar con su mano todos esos colores que le alegraban. Al momento de agacharse y tocar las luces, un gran pez que parecía una carpa gigante de lagos salvajes le tomo por sorpresa mordiéndola. El gran pez contenía una escamadura colorida, un arcoíris en su cuerpo, colores que se transformaban en extrañas luces. Ella gritaba del dolor, pero el pez no la soltaba, la jalaba hacia el fondo. Ella se resistía a ser atrapada. Entonces el pez comenzó a emerger de las profundidades. Las escamas coloridas comenzaron a convertirse en plumas con la misma coloración. Su cuerpo emergente era el de una gran ave, un gallo que extendía sus alas, pero su cabeza era la de un gran pez con una mordida salvaje. Al momento de levantarse, alza a la dama y la arroja al aire haciendo que choque contra el techo solamente para terminar devorada de un solo bocado. El gran pez con cuerpo de gallo había satisfecho su hambre al fin. Comienza a cantar como un gallo al amanecer. De repente de entre su canto se escucho un esputo estruendoso. Los ojos de la criatura comenzaron a secarse, mostrando solamente un gran vacío en su mirada. Los colores hermosos de su plumaje y escamadura comenzaron a palidecer, matando todo lo vivo. Una putrefacción ataco a la cabeza e inevitablemente fue corriendo hacia lo demás. Todo se volvía gris, un líquido grisáceo. La criatura comenzó a derretirse, dejando poco a poco un rastro encharcado. De entre todo ese líquido comenzó a salir ella, embarrada de materia gris. Una gran luz sale de la nada creando un radiante calor que comienza a secarlo todo. El agua acumulada comienza a evaporarse, los peces grises se volvieron polvo, la humedad de las paredes comenzó a desaparecer y por las ventanas solamente se asomaba la luz de la luna. Estaba acostada en el suelo de la cocina en posición fetal, iluminada por aquella plateada luz. Despertó al poco rato de lo sucedido. Todo estaba normal, como si nada hubiera sucedido, como si solo se tratase de un sueño cuyo momento dormido ignoraba. Al final lo que haya sucedido, nadie le creerá. 

[Perry O'Hara]

viernes, 29 de junio de 2012

Otro día de verano.

Vacaciones de verano, largas vacaciones sin ocupaciones. Ayer hice lo mismo que hoy: nada. Tareas caseras que requieren de mi paciencia y poca concentración más la fuerza de voluntad, aunque hay ciertas cosas de las que creen no soy capaz de hacer o que no tengo la fuerza suficiente para hacerlo. No tengo fuerza física, soy un alfeñique con una panza chelera que enamora. Me quede encerrado dos días seguidos, no salí de casa, me quede ensimismado en la cama creyendo que así resolvería muchas cosas, pero no resulto de esa manera, solo hubo mas revoltijo. Me quede solamente con una pequeña parte de mi. Lo demás lo deje escapar por la puerta de enfrente mientras estaba distraído pensando en como asesinar a mi pereza. Permanezco puesto con la misma ropa de ayer, no hay necesidad de cambiarse si solo andaré caminando por los pasillos de mi casa. Junto a mi se encuentra una guitarra vieja y desafinada con solamente cinco cuerdas que se resiste a morir, como muchas otras personas. A ratos me da por tocarla, pero su sonido se ha vuelto algo melancólico e irregular. Saber que esa guitarra es mas vieja que su servidor y sigue aquí intentando sonar como lo solía hacer en su época juvenil. La pasión hacia algunas actividades se ha ido, todavía quedan algunos vestigios de ello cuando las vuelvo a retomar. Como dice aquella canción: Ahí viene el amor, el amor se va...Algo así me sucede a veces, me aburro rápido de algunas cosas. Ya me aburrí de la soledad, pero no me puedo deshacer de ella todavía, se aferra a quedarse y no la culpo, a veces me reconforta tenerla al lado. Esta deprimente ciudad me ha llegado a cansar. Eh querido cambiar de aires, cambiar de ambiente, pero la crisis no deja que me mueva a algún sitio. Seguir en este lugar limita mi creatividad. No eh escrito nada, mi cabeza no imagina nada, el silencio solo se ha vuelto silencio, no es como aquel viento que me susurra cosas al oído. Me estoy volviendo loco. La sobriedad ya me aburrió, ¿o sera la falta de compañía? Que se yo. Todavía sigo sentado pensando en satisfacer a mi tánatos mediante la intoxicación de mis pulmones y de mi hígado. Pero nada ocurrirá, mi hígado se salvara, pero mis pulmones no. Y al final, aun seguiré pensando que no debí arrojar aquella piedra y luego esconder la mano. Pero por ahora dejare todo esto y me dedicare a ese humeante placer que me quita las ansiedades, mientras por mi mente pasa una ligera sospecha de que mañana sera otro jodido día como hoy.


[Perry O'Hara]

lunes, 18 de junio de 2012

Después del insomnio.

Pareciera un día inspirador, pero las palabras se niegan a salir de mi cabeza, como si sintieran placer de engañar a esta pequeña partícula pensante que tiene una sensación de saber algo que realmente no sabe. Algo parece provocarme, pero la verdad no se que reacción esperar, quizás solo sean mas sensaciones de desesperación por hacer algo que no se que sea. Quizás sea solo el luto por un aparente desconocido que no tuve la oportunidad de saludar o despedir. Pero eso no fue la culpa de nadie, solo se dio así, a mitad de un día normal que se torno de manera grisácea por un momento. No se donde se halle aquella persona, pero dicen que siempre están en un mejor lugar. ¿Quién dice que existe realmente un mejor lugar? Al final de cuentas este es el único mundo que conocemos, no hay otro mas. Es una forma de hacer sentir mejor a la persona que perdió a su ser querido, pero la verdad es que nadie sabe la verdad sobre el final. Los muertos pueden escuchar nuestras estupideces, eso creo, por eso me callo si no hay nada bueno que decir. Aunque muchas veces pienso de más, hablo de mas y digo: ¿Crees que yo estare aqui para siempre?, no lo creo, nadie permanece tanto tiempo viviendo bajo una pesadilla real. Nadie regresara hoy, ni tu, ni Jesus, ni algun otro que haya prometido regresar. ¿Y crees que rezandole a su imagen vendra corriendo a salavarte? Han perdido su tiempo, que su tiempo... su vida! esperando una simple respuesta de una pregunta eterna: ¿Por qué...? Simple, porque nos gusta que nos jodan y nos gusta joder. Al final, ¿quienes somos? Nadie sabe decirlo ni explicarlo. Ni Maoma, ni Elvis Presley, ni el propio Bob Dylan lo saben o ¿Conoces a alguien que si?... Sigo creyendo que la mayoría de la gente es idiota, que no quieren saber para no martirizarse. Y los muertos, sin respuestas me visitan en sueños, eso creo. Yo que se, no recuerdo nada al despertar, solo que sea demasiado sorprendente. Por ahora las palabras se siguen negando a salir, siguen engañándome de nuevo. Sigo pensando siempre las mismas cosas mientras contemplo la caída de otro día, mientras escucho el eco del caminar de algún fantasma que se niega a dar la cara. 

lunes, 11 de junio de 2012

Locura y soledad.

Todo parecía en calma por un momento. Las penumbras eran absorbidas por la luz del día que se asomaban por las ventanas opacadas por el polvo y las telarañas. Yo me encontraba sentado sobre el sucio sofá, ese mismo sucio sofá que nunca se lavó en toda su vida. Unos pasos calmados se escuchan en el segundo piso de la casa, hacen un eco tenebroso en mi oído, un sonido de lo más insoportable. Y sigo sentado pensando que podría ser, mientras me animo a subir a averiguar. Se supone que ya no había nadie en la casa, que todo lo que tenia se había ido desde hace tres días. Tres insoportables días de los cuales no había dormido nada. 

-¡¿Quien carajo esta ahí?!- Grité angustiosamente y a todo pulmón.

Nada. Solamente silencio, solamente el aire rozando las paredes. Creo que me estoy volviendo loco, me dije. Durante esos tres días infernales no había escuchado nada en esta casa mas que el choque de las botellas del mini bar y el golpeteo de mi vaso con la barra de la cantina. Todavía siento esa sensación de que ella me observa, como lo solía hacer cuando me sentaba a comer en silencio. Era una mirada despechada, de esas que no se quitan de encima, una mirada tan fría que se reflejaba en sus azulados ojos, que congelaba mi cordura y que por un momento me ponía nervioso. Todavía veo su retrato sobre la chimenea observándome de esa manera. Se había llevado todo consigo, excepto ese maldito retrato. ¿Lo habrá dejado a propósito para que sintiera mas esta culpa? Pero yo se que se fue de esta casa, que no regresará mas. Ella se fue elegantemente en su carruaje sin decirme nada, sin verme siquiera, pero con una mirada fría  que pesaba en todo el ambiente. Yo sabía que ella no regresaría a esta casa nunca más. Aun me siento culpable de lo sucedido, pero juro que fue un accidente, que no fue a propósito. Aquel candelabro no debía caer en aquel sitio, no debía ni tocarla, simplemente la cadena termino por romperse. Ella nunca lo entenderá, ella solo buscaba una excusa para salir de aquí. Su hartazgo de todo esto era tal, que varias veces quiso escaparse a mis espaldas. De nuevo escucho esos pasos de ultratumba sobre mi cabeza, pasos que caminan desesperadamente buscando alguna salida. Y yo sigo paralizado del miedo sobre el sofá  pensando en mi locura. En el espejo veo pasar una sombra deforme corriendo hacia la puerta, ¿será acaso su fantasma o el sueño ha fatigado mi vista y me engaña vilmente? Esas pisadas seguían sonando con gran estruendo y no había nadie que me confirmara si era solamente yo quien las escuchaba. De repente tras mi oído siento una fatigada respiración, un aire frío que me da escalofríos. ¿Sera la culpa que come mis entrañas, que alimenta mi locura? o ¿serán las botellas vacías que han carcomido mi cabeza durante estos tres últimos días? No lo se todavía, mi locura se ha vuelto mi nueva compañera. Ahora soledad y locura son quienes me observan morir en esta casa infernal, quienes observan como la culpa me tortura hasta desfallecer dentro de esta casa fría y sin sentimiento alguno, esta horrorosa choza a la que nadie visita nunca jamas. 


[Perry O'Hara]

viernes, 8 de junio de 2012

Robandole un poco al tiempo.

Son las dos de la mañana y sigo levantado. Sigo pensando para terminar un ensayo con seriedad. Mientras tanto mi visión comienza a fallar. Veo lineas rectas con protuberancias extrañas, protuberancias que se mueven sigilosamente. Las letras danzan burlonamente, queriendo salirse de la pantalla y de las hojas donde están plasmadas.Un cigarro pide mi atención, pero debo ignorarlo un rato mas, necesito avanzar lo que no eh avanzado en días. Mientras tanto, entre búsqueda de ejemplos correctos entre libros equivocados encuentro un poema que me cautivó, un poema de Aldo Pellergrini, un poeta argentino de la corriente surrealista. Y esto es lo que dejo hoy, mientras busco inspiración por otra lado, mientras le robo otros minutos al tiempo que eh perdido desde ayer.

La certidumbre de existir.


Si
lo he visto todo
todo lo que no existe destruir lo que existe
la espera arrasa la tierra como un nuevo diluvio
el día sangra
unos ojos azules recogen el viento para mirar
y olas enloquecidas llegan hasta la orilla del país silencioso
donde los hombres sin memoria
se afanan por perderlo todo

En una calle de apretado silencio transcurre el asombro
todo retrocede hasta un limite inalcanzable para el deseo

pero tu y yo existimos

tu cuerpo y el mío se adelantan y aproximan
y aunque nunca se toquen aunque un inmenso vacío los
separe
tu y yo existimos

lunes, 4 de junio de 2012

Dentadura perfecta.


A un amigo que le sucedió 
una situación similar...


El me había hablado primero. Yo conteste por cortesía, por ser amable. Desde lejos se veía su vestimenta zarrapastrosa e informal. Su cabello parecía limpio, pero la verdad no me fije tanto en eso. Siguió hablándome sobre cosas espirituales, sobre la energía y su sentido tan idealista de la vida. Yo no hice tanto caso omiso porque su discurso me parecía cansado y trillado. No paraba de hablar, ya me había hartado. Por poco le doy un puñetazo en el mentón, pero me tuve que aguantar, aunque ganas no me faltaban. Entonces sentí una mano en mi rodilla, otra mano sobre mi espalda. Un miedo me invadió. Algo quería ese sujeto y no era dinero precisamente. Siguió hablando sobre idioteces hippies mientras yo intentaba quitármelo de encima. De repente voltea a sonreírme. ¡Que asquerosidad! sus dientes eran una porquería, si a eso se le podían llamar dientes. Ese amarillento color le parecía natural y esa negrezca cosa que le salia de entre esas miserias picadas parecía escapar de su boca por un momento como si se hubiera hartado de esos apestosos vientos que provenían de alguna putrefacción interna. Su saliva verdusca salpicaba las paredes del lugar haciendo parecer a todo eso una invasión de moho. La pared blanca se pintaba de verde cada vez que hablaba. Su encía se tornaba de un color rojizo sangre con manchas blancuzcas por el sarro de hace 5 años . Seguía saliendo mierda de su boca, claro de las dos formas o sea, en palabras y en materia. No aguante ni un minuto más. Creo que pretendía darme un beso, un asqueroso beso de su putrefacta boca. Lo único que pensé fue en empujarlo y presentarle a mi puño. Seguía insistiendo en abrazarme y yo lo seguía empujando. Me harto y mi puño acabo en su rostro. Lo ultimo que paso fue que el tipo se largo espantado y yo me fui por mi lado con mi bebida en mano, a olvidarme de esa asquerosa escena, a buscar otra cosa mejor que hacer.

[Perry O'Hara]

domingo, 3 de junio de 2012

Monos danzantes.

Para mi primo Miguel...


Danzas sin sentido, solo eso. Ser el mono que baila para entretener a un publico idiotizado por las mil mentiras en las que han caído, o en le hipocresía por necesidad. Vestidos tan pintorescos se mecían con el rozar del aire, con el movimiento de las piernas al brincar entre aplausos y zapateos absurdos. Estaban dando vueltas y vueltas con sonrisas tan falsas que ni un ciego se la cree. La música folklorica hipnotizaba al mismo tiempo que los monos danzantes atraían la atención tan fácil de la gente. Desde esta posición todo parece una vil burla hacia ellos mismos. La idiotez y la conveniencia hacían eco entre el publico que reía y tomaba fotos a los monos danzantes, mientras desde el cielo las pancartas decían de manera cínica que "México necesita un nuevo rumbo" y a la vez observaban a los incautos con sus paraguas y sus bolsas regaladas solo por el hecho de haber asistido a una broma de mal gusto que parece ser cosa seria. La escena me recordaba a aquellas donde la gente se para ante una exhibición de fenómenos de circo, arrojandoles maní y palomitas para que hagan una gracia. Llegue a creer por un momento que solo se trataba de un juego, un juego donde ellos hacían como que entretenían y el publico como entretenidos. Entonces me dio un mareo y un hartazgo de estar parado ahí viendo un espectáculo tan mediocre, un espectáculo que mentía a un publico que ignora de mas su existencia y la de los monos danzantes en aquel lugar. Me fui de ahí con una sensación de pena ajena. Preferí alcanzar a la embriaguez porque se escapaba de mi lado. 

[Perry O'Hara]

viernes, 1 de junio de 2012

Banalidades nocturnas




Hoy tengo ganas de escribir, pero no se que escribir. Mi cuarto parece un horno y es insoportable estar aquí. La tentación por un elixir embriagante con esa maña de enfriar mis adentros, me come por dentro. Pero todavía no se si bajar a conseguirla. "Me sigue dando coraje!" me dice un amigo, mientras le digo que las mujeres siempre prefieren a los patanes. Y yo sigo aquí pensando en moverme o en dejar que todo fluya a mi alrededor. ¿Sera que mi pereza ha superado a mis vicios? A veces lo eh pensado así. Ya lo ha dicho el viejo Bukowski: "Mi ambición esta limitada por mi pereza." Yo debería de estar ocupándome de un par de trabajos importantes, pero la pereza me ha superado. Siempre dejo para mañana lo que puedo hacer hoy. Pero si lo vemos de este modo, el hoy es el mañana del ayer, por lo que debería de hacer ahora lo que es mas importante. Por mi cabeza pasa un vago pensamiento sobre la descarriada borrachera que me hubiera puesto hoy, pero por ahora estaré restringido en casa hasta que cese la supuesta violencia . Hoy tengo ganas de escribir, pero no se que escribir, pienso mientras suena Bob Dylan a las 11:00 de la noche, que me dice que "la respuesta, mi amigo, se encuentra en el viento". Y siento una repentina necesidad de salir a fumar un cigarrillo, mientras en mi cabeza pretendo escuchar las palabras vacilantes sobre el viento que a veces suele decirme algo revelador. Me habla otro amigo, un tocayo mio que termina por decirme: "Esta amistad no creo que haya sido por el azar". Y me quedo pensando que las casualidades son mas reales y que van muy ligadas a las causalidades. No por nada suceden las cosas, dicho de manera mas simple. Luego, me asalta una simple envidia de que mi pipa esta mucho mas vacía que la de él. Y de nuevo pasa por mi cabeza la borrachera que no fue y al amigo que no acompañe, mientras estoy aquí encerrado escuchando las banalidades de la gente en el comedor. Y simplemente hoy tengo ganas de escribir, pero no se que escribir.

[Perry O'Hara]



lunes, 21 de mayo de 2012

Un sueño V/ Un suicidio

Era un cuarto muy deprimente. Las paredes eran grises y estaban atacadas por la humedad del ambiente. El moho se podía percibir en las esquinas superiores. El olor era de lo mas insoportable. La cabeza ya me dolía de estar solamente parado ahí. Solamente había una ventana con una persiana rota cuya luz apenas y dejaba pasar. Entre tanta observación a mi alrededor descubrí un interruptor, lo presione y se prendió un débil foco. No podía pensar en nada que no fuera gris y deprimente. Una desesperación e incomodidad comenzaron a invadirme. La puerta estaba atorada y no podía abrirla por más que la empujaba. Estaba atrapado en ese infernal cuarto. Era una locura, ni si quiera se como llegue a ese lugar ni mucho menos porque estaba ahí. Camine por todo el lugar buscando algo que me ayudara a salir de ahí. No encontré nada, solamente un cuchillo sin filo sobre una mesa. Intente una vez más abrir la puerta con el cuchillo, pero fue inútil, seguía atorada, como si una fuerza superior no quisiera que saliera de aquel lugar tan deprimente. Me quede sentado sobre la mesa a medio pudrir mientras escuchaba el eco fantasmal de las goteras que caían sobre los encharcados suelos. Por un momento pensé en tomar la mesa y arrojarla contra la ventana. Lo intente, pero fue un fracaso. La mesa se despedazo al momento de cargarla, prácticamente se hizo aserrín, algo que me desconcertó y que todavía no entiendo cómo pudo pasar. Más vueltas y más vueltas desesperadas dentro del cuarto. No encontraba salida alguna. Estaba entre la tristeza con un cuchillo sin filo en la mano y la soledad en forma de desesperación y llanto. Fue entonces que encontré un contacto de luz. Pensé por un momento que esto sería una locura, pero no podía pensarlo más. Me acerque y con un temblor nervioso y de pánico introduje el cuchillo y sentí la corriente por sobre todo mi cuerpo. Sentí como se entumía todo, como se paralizaba mi mundo. Todo comenzó a oler a quemado, comenzó a oscurecerse y a silenciarse. Por un momento me sentí satisfecho, me sentí perdido entre la nada. Estuve nadando entre la oscuridad de un sueño silencioso y sin imágenes. Luego, desperté sobre una cama semidesnudo con una luz de día que  se asomaba por todos lados. No entendía todavía como me traslade de un lugar a otro. Cuando me di cuenta, escuche un bip bip bip que altero mi oído. Desperté en mi cuarto, era un sueño más. Desperté entre el silencio, entre el miedo. Y en mi celular, un mensaje sin importancia. 

[Perry O'Hara]

domingo, 20 de mayo de 2012

Este viernes...


Esa noche todos estaban festejando, todos estaban en su mundo bailando. Yo me encontraba por un momento ignorado, me encontraba observando a mi alrededor a los borrachos en su danza alegre y aventando garrafones llenos de porquería embriagante. Y ellas llegaron de la nada a donde yo estaba parado, parado como imbécil. Una de ellas se poso junto a mi y me pregunto: "¿Porque tan serio amigo, ya estas borracho?" yo le conteste que no. Volví a observar a mi alrededor y cuando me di cuenta, su culo ya estaba bailando frente a mi. Le agarre la cintura, ella tomo mi mano y la poso en su entrepierna mientras bailábamos al ritmo de la música. Ella bajaba y subía y volvía a bajar mientras me agarraba de la entrepierna. Yo solamente me deje llevar. De repente paro su danza sexual y me dijo: "me tengo que ir, lo siento, pero me tengo que ir" y le dije "no te vayas, quédate", pero insistió en irse. "Dame un beso aunque sea" le dije, y se lo robe. Se fue entre el mar de gente, le perdí la vista. Y nunca la volveré a ver, o quizás ella no se acuerde de lo que paso y ni siquiera recuerde mi rostro. Solamente fue un encuentro mas de los que no pasan a mayores cosas. El alcohol siguió fluyendo de partes desconocidas. Todo parecía decir que esto llegaba a su fin. Se comenzó a vaciar el sitio. Los borrachos desfilaban mientras buscaban donde terminar desmayados.  Fui a alcanzar a mi primo. Nos fuimos marchando, mientras el buscaba a alguien entre la multitud. La noche siguió de fiesta. La parranda parecía seguir llamando a todos los mortales a beber y a fumar. Nosotros terminamos sonsacados por ella y por otras dos damas de albur que nos encontraron en el camino. Y terminamos yéndonos a cada quien a casa mientras me quedaba con dos latas de cerveza de sobra.  

[Perry O'Hara]

jueves, 17 de mayo de 2012

Tras una pipa.


Sigo refugiado tras una pipa
que parece matarme más que protegerme.
Dime que podría hacer mañana,
es otro jodido día mas.
Sigo refugiado tras un vaso de cerveza
que embriaga mi alma.
Dime que podría hacer,
este bar es mi hogar.
Y sigo vagando,
vagando en mi cabeza.
Escucho aquellas pisadas bruscas
en mis oídos mientras sueño con desaparecer
y vivir entre hoy y el mañana.
Le pedí prestado mas tiempo al ayer,
pero no parece responder a mi solicitud,
no parece escuchar lo que digo,
como lo hacen los demás.
Sigo refugiado tras una pipa,
un humeante compañero
que sigue apagándose en mal momento.
Dime que podría hacer,
ayer arruine todo y no tiene arreglo.
Mañana vendrá el crudo reclamo de algo
que no suelo recordar,
de algo que creí no había pasado.
Mil gritos en la cabeza me despiertan
mientras la luz del sol cocina mis ideas.
Mil gritos vendrán a asustar mi alma,
a asustar el presente,
y el mañana dudara en hacerme el favor de venir por mi.
Dime que podría hacer,
es otro jodido día mas
que se encargara de esconderme entre una pipa
y un vaso de cerveza antes de poder gritar.

[Perry O'Hara]

domingo, 13 de mayo de 2012

La cucaracha enlatada.


En su refugio de latón sigue atrapada y ahogada entre líquidos extraños y pegajosos. Sus patas rozan con desesperación las paredes angostas por aplastamiento. Así ha sido gran parte de la noche, aun la escucho entre sueños. No sé realmente si esta complacida ahí adentro, pero lleva cuatro días refugiada o atrapada.

Otra noche alcohólica de cervezas tranquilas, historia que se repite cada semana. Eh llegado borracho a las 7 de la mañana y su desesperación me da la bienvenida. Y en mi cama me quedo pensando en mi mareo mientras ella sigue en su quizás interminable y agotable lucha por salir, o simplemente enfiestada por su nueva casa.

La luz del día entra por mi ventana y me pega justo en el rostro como un puñetazo lleno de una furia que altera los sentidos, entonces tomo una cobija y me tapo la cara con ella.  Me asalta una repentina preocupación por San Lunes que pronto vendrá a joderlo todo como siempre, pero por ahora será un crudo domingo el que me despierte sedientamente. Mientras tanto sigo acostado mareado por tanto pensar en aquello, pensar en lo decepcionante que puede ser la vida.

Comienzo a apreciar el olor a tabaco de mi camisa que se vuelve insoportable. ¿Por qué fumar y beber demasiado? no lo sé, los vicios nos convierten en dependientes de ellos mismos, como la cucaracha dependiente del liquido extraño y pegajoso. Por  un momento me sentí como ella, como una cucaracha enlatada, con una desesperación de salir de esta trampa que termina atrapándome a través de los mismos ciclos que se repiten y se repiten, una asquerosa rutina que aburre mi ser. Soy como aquella cucaracha, que se complace con lo que hay dentro de la lata. Y el mundo tan falaz que conozco es la simple lata aplastada dentro del bote de la basura, donde pertenecen los sueños de los justos.  

Y entonces todo comienza a ponerse gris. El cuarto se oscurece repentinamente y comienza a gotear el cielo. Se avecina una precipitación que cuyo ruido comienza a arrullarme en la cama y entonces es cuando me quedo dormido, cuando comienzo a soñar que soy la cucaracha en la lata.



[Perry O'Hara]


sábado, 28 de abril de 2012

El baile de los idiotas.

Ya no es nada importante...
la cruda me levanta 
como suele hacer por la mañana 
con una sed del demonio. 
Recuerdo todavía mis palabras ebrias de anoche. 
Recuerdo todavía mi cara de imbécil al hablar. 
<<¡Felicidades!>> 
me dije por dentro 
mientras esos dos idiotas danzaban 
riéndose de mi patética cara. 
<<Felicidades por hacer lo que no pude>> pensaba 
cuando quede entre las penumbras y las botellas muertas. 
Ya no es nada importante... 
el desprecio es solamente una forma 
de decir que perdí de nuevo en este jodido juego 
cuya nobleza no vale nada. 
La cruda me la sigue recordando 
con su risa penetrante en mis oídos. 
El mareo infernal me ha vencido de nuevo 
mientras sigo viendo en mi memoria 
como esos dos idiotas bailaban frente a mi patética cara. 
Ya no es nada importante... 
solo una resaca deprimente 
en la oscuridad del cuarto 
y el humo que intoxica mis pulmones sobre mi cabeza.

[Perry O'Hara]

martes, 17 de abril de 2012

Ella es la noche.


¿Quién adjudica las horas
que no son necesarias?
Ella ha perdido toda la noche
en la que fue pensada.
Ahora son las seis de la mañana
y se ha cansado de estar recostada
sobre el regazo
de las promesas incumplidas.
Fue un ciego idiota
quien dejo la puerta abierta
para que escaparan las palabras
que se habían acumulado,
y en su cara solo queda
una expresión de extrañeza
por el día en que fue olvidada
sobre las olas oscilantes
de aquel verano salvaje.

[Perry O'Hara]

lunes, 16 de abril de 2012

Una voluble existencia


Inconfundible es el caminar de las sombras,
el llanto de las paredes agrietadas
que han escuchado demasiados secretos incómodos.
Inconfundible es la ausencia de las palabras,
de adormecedoras condolencias por perdidas ajenas
que han pasado a enmudecer un mundo entero.
Inalcanzable cielo de alturas ilimitadas,
cuya promesa se ha corrompido hace mucho
por la tergiversación de los santos manipulados.
Incansable fin del apresurado tiempo
que corre traicioneramente por el universo
dejando una gran huella de vejez ante todo viviente.
¿Acaso no somos solamente una pequeña partícula
de sentimientos vagos que terminamos siendo el polvo
que revolotea sobre nuestras cabezas
que solo comparten lo imprescindible
que ha sido la gratificante vida?
Insignificante es la eternidad de un nombre
la búsqueda de una respuesta a la inmortalidad
la tumba de un desconocido final que nos perturba.

[Perry O'Hara]

martes, 3 de abril de 2012

Lluvias de Abril

Atípicas temporadas de lluvias vespertinas que han llegado sin aviso. Es solo la sorpresa del mes de abril que parece que quería escaparse sin ser visto. Oh dulces granizadas que han caído del majestuoso cielo, cual campo de batalla, han aplastado un pensamiento en blanco. Me encontraba perdido, como es típico, cuando en mi cabeza despertaron las palabras que me dirigió aquel mendigo. No he sobrepasado todavía aquellas barreras impuestas por mi mismo, todavía pienso que son bastante altas para sobrepasarlas. En silencio sigo lamentando por una pasajera que aun sigue agotando mi cabeza, agotando mis sueños y aburriendo mis sentidos. De nuevo la madrugada me ha tomado por sorpresa mientras a mitad de la oscuridad, sentado sobre el silencio después de la tempestad, sigo escuchando los quejidos de mi cabeza que gritan sin cesar. Escuchando como los truenos salvajes ladran mas de lo que piensan morder. Las atípicas temporadas de lluvias vespertinas, el granizar furioso que deja a su paso una fría indiferencia sobre el pavimento y el revoltijo de un pensamiento en blanco.


jueves, 29 de marzo de 2012

Cicatrices


¿A quién tengo que matar…


                                                 para decirte quién soy?



Una absurda pagina desperdiciada…



                                        Soy el aire comprimido en mis pulmones,



soy las cicatrices…


                                    de mi pordiosera alma.