viernes, 27 de septiembre de 2013

El siete gris (o cuando se cae de rodillas)

Septiembre ya se va. El otoño ya llegó y eso me reconforta. La primera cortada al rasurarme me recuerda que al fin de cuentas yo también soy un simple mortal. Algunas veces he estado entre la espada y la pared y no sé como demonios he salido ileso de esos problemas. Algunos le achacan a la suerte, yo simplemente creo que no es mi turno aún para descender al inframundo. O tal vez he sabido como levantarme al tropezar. De todas formas, mi rodilla resiente alguna caída del pasado en estos momentos. Eso es algo cruel y mi caminar se ha vuelto de alguna forma más lento que antes.

Septiembre ya se va indignado. Por momentos he pensado en tirarme por la ventana al creer que quizá realmente me tocó nacer en el lugar equivocado. Quizá sea una etapa que superaré algún día. Por ahora me queda decir: "Sonríe, mañana será peor".Pero esto no se trata de un pesimismo absoluto, sino más bien de un optimismo frustrado. Todo es relativo y el cambio está ahí enfrente de nosotros esperando a ser tomado en cuenta, pero no lo vemos claramente y decidimos ignorarlo por el simple hecho de que una excusa con colores más llamativos nos distrae de lo que queremos hacer realmente. 

Muchas preguntas me han asaltado y repentinamente me invade un ataque de ansiedad que desequilibra mis sentidos. ¿Pero qué es lo que buscamos? -Me dice mi cabeza-  No lo sé -me respondo desesperadamente. Una nube de pensamiento revuelve todas mis ideas y acabo por no concluir nada. Por momentos todo termina siendo absurdo y no queda más remedio que seguir existiendo sin entender por qué. Y si desciendo poco a poco de las alturas, es por cuestionarme sobre por qué estoy precisamente ahí. Pero aquello es algo que no tiene solución alguna, al menos no aparentemente. 

El otoño ya llegó. Pero sus colores todavía no se ven tan claros y lo único que parece acercarseles son aquellos tonos marrones artificiales  que comienzan a abundar por la ciudad. Espero con ansias los días de viento para salir a deambular-con mi rodilla achacosa que apenas me deja andar- y ver caer las hojas secas al suelo, y ver como todo se ha ido desgastando. Espero por escuchar el crujir al caminar -con mi conciencia, y sin nadie más que me acompañe- por las aceras llenas de aquellas mismas hojas. Espero por ver los colores naturales de esta estación y no un vil engaño que anuncia su llegada. 

[Perry O'Hara]