domingo, 6 de octubre de 2013

Vomito cerebral I /La tormenta infligida

Es tan difícil ser un ente imaginario en una ciudad tan real y estrepitosa, que hasta dudo de mi propia existencia. La tormenta está más cerca de lo que aparenta y ella me dice: "No tengas miedo, que aquí estoy ¡Yo que soy tu madre!"

Pero no le tengo miedo a los rayos ni al cielo gris que ladra sin morder.

Tampoco le tengo miedo a la muerte, ni  a la descomposición de mi cuerpo, al final de cuentas todos formamos parte de un ciclo infinito que se repite y resiste.

A lo que realmente le tengo miedo, le tengo tanto pavor y mi cabeza siempre rodea aquel pensamiento todos los días, no es más que a la propia vida.

"¡Oh, qué será de mí con todo este tempo que me falta por vivir, qué será cuando me traicionen las horas, los minutos, los segundos que demoran lo que quieren demorar!".

Y me veo obligado a vivir improvisadamente. Los planes a futuro suelen ser engañosos y decepcionantes, pero los planes perfectos no existen y hay que tenerlo en cuenta. Es una pérdida de vida planear demasiado y no llevar nada a cabo.

He escuchado decir que el que no busca nada, consigue lo mejor. Esto parece ser una invitación a nadar a la deriva y esperar que las cosas se acomoden a uno mismo. Pero el que no busca nada realmente encuentra lo mejor porque vive improvisadamente sin tener un objetivo claro por el cual no decepcionarse ni sufrir demasiado. Es simplemente existir por existir, sin tener que esperar nada de nadie. A eso vinimos a este mundo tan real, a existir sin la mínima idea de por qué. Y solemos perder nuestra vida y tiempo pensando y buscando la respuesta a esa eterna pregunta, y cuando creemos tenerla, termina siendo descartada por algo o alguien y nuevamente nos vemos a en la tarea de indagar y buscar hasta donde no podemos meternos.

"Dios es la respuesta ante todo", algunos pensarán. Ese ser omnipotente  que todo lo ve y lo escucha, el creador de todo el universo conocido, él fue quién nos hizo a su imagen y semejanza -para sentirnos especiales- y nos dio el libre albedrío para condenarnos por desobedecerlo. ¿Qué especie de ser divino hace eso?¿Acaso somos el experimento fallido de Dios? ¿Se sentía aburrido y decidió jugar con arcilla, darnos vida y arrojarnos a un mundo salvaje para ver lo que hacíamos? ¿Y todavía tiene el descaro de probar nuestra fe de formas tan crueles? Simplemente se trata de un ser arrogante y vengativo, como cualquier otro ser humano.

"Dios es la respuesta ante todo" seguirán diciendo algunos. Pero simplemente es una de tantas respuestas hacía el porque de nuestra existencia, una explicación sin un fundamento creíble, más que la cegadora fe. Pero hay personas que deben creer en algo más grande y poderoso que controla todo, para darle un razón a su vida, a su existencia, por que no resistirían la presión de saber que somos una partícula de nada flotando en un universo sin dueño. 

Es tan difícil ser un ente tan real en una ciudad tan imaginaria y muda. Es tan difícil estar rodeado de mis semejantes y a la vez perder el sentido de pertenencia y verme envuelto en una agridulce soledad ¿Acaso soy imaginario para ellos, o ellos son los que forman parte de mi imaginación?  ¿Soy una persona demente y enferma, y ellos los cuerdos, o viceversa?  Puede ser que la ciudad sea un manicomio gigante, un mal resultado de un experimento delicado, pero que importa, seguimos con nuestras rutinas.

Y al final, cada quién le da sentido a su forma de vida, pero ¿Qué espero de mi mismo? Algunas veces quiero esto, otras veces aquello y luego, quiero ambas y al final, no quiero nada. En pocas palabras, ni yo sé lo que quiero. 

Todo se silencia repentinamente.

La tormenta ha cesado y ella me dice: "No tengas miedo..."

[Alan P. O'Hara]