jueves, 29 de marzo de 2012

Cicatrices


¿A quién tengo que matar…


                                                 para decirte quién soy?



Una absurda pagina desperdiciada…



                                        Soy el aire comprimido en mis pulmones,



soy las cicatrices…


                                    de mi pordiosera alma.

domingo, 18 de marzo de 2012

Una borrachera de viernes.

Hoy no tenia ganas de escribir pero mi cabeza seguía secretando tantas ideas que rodeaban en mi cuarto mientras el sueño llegaba. Las cuatro de la mañana frente a la puerta. Silencio y oscuridad, nadie estaba presente en ese momento mas que mi ebriedad y yo. Saber que horas antes de aquel viernes el estado etílico se apuro en hacer presencia. Algo había ahí que simplemente nos boto de un solo golpe. Vagando entre botellas dimos a la fiesta de un aparente desconocido. Alcohol por todas partes, borrachos en la azotea vomitando sus desperdicios al suelo. Vaya magia, ni bien llegue y ya tenia un vaso de aguardiente en la mano. El humo que intoxica los sentidos estaba presente como en todos lados. Pasaron un par de horas. La música seguía sonando y las caguamas pasaban y pasaban junto con los cigarros. Una corta platica nocturna con una dama. "Vamonos ya de aquí, esta aburrido"  me dijeron. Paramos en un largo y oscuro pasillo. Cerrado. Valgame, una patrulla. Salimos, llegamos a un bar. Maldita sea, una confusión invadió mi cabeza. ¿Acaso era ella o solo mi imaginación perversa? No podía dejar de pensarlo mientras la veía bailar.  No, no era. Pero... ¿y si si era? entonces simplemente no me vio en ese momento. Me acerque un par de veces, pero no paso absolutamente nada. No lo se, me quedare con esa duda para siempre. Después de eso simplemente me fui por mi lado. Aun seguía pensando en ello. Me harte y tome un taxi a casa y llegue a donde comencé. Solitariamente enfrente de la puerta con mi inmunda borrachera apunto de soñar de nuevo con ella.

[El Ornitorrinco]

jueves, 15 de marzo de 2012

Memorias de un encierro provocado.

Había caído de nuevo. Sigo siendo el imbécil de siempre, pero con otra caparazón. Creí haber superado las burlas que siempre joden a la misma hora. Ahora sigo encerrado en mi cuarto a media luz sin nada que esperar mas que el sueño entre mis intimidades. Hay una charla nocturna en la sala. Esas malditas e hipócritas risas me llegaron a fastidiar mientras seguía recostado sobre mi cama. Escucho mi nombre entre los murmullos festivos. No hago mucho caso, me quedo platicando con mi ruidosa mente que en varias ocasiones no me ha dejado dormir por dejarme mil dudas sin respuesta alguna. Ellos siguen hablando entre copas sobre una maldita boda. Ilusos, todavía creen en el amor perfecto. Pero la verdad es que no existe tal. Ya se darán cuenta en su tiempo y si no, pues que sean felices como cualquier otro idiota creyente en absurdos mitos y renegando por patéticas aspiraciones de éxito modeladas por una sociedad plástica y vacía. Mi endemoniada adicción a la nicotina pide a gritos un maldito cigarro, pero todavía  no planeo salir de mi refugio. Tendré que ignorarlo el mas tiempo posible, aunque eso me lleve a una infernal desesperación. Todavía pienso que él se equivoca si cree que un pequeño agujero de mas es algo macuarro. Pero eso, lo tendré que platicar en su tiempo con el alcohol. 


sábado, 10 de marzo de 2012

Justo en la oreja

¿Quien estaba mas nervioso? No lo se. Todos en el cuarto me veían con cara de espanto y burla. No se si lo disfrutaban o simplemente lo hacían por morbo. Aun recuerdo sus rostros emanando terror y felicidad al mismo tiempo. Sentí  un pinchazo. No hubo dolor instantáneo. La presión comenzó a bajar. Creí que vomitaría en el quirofano, pero no fue así. Una pequeña equivocación para atravesar el pequeño pedazo de carne, eso si ardió hasta el culo, pero hay que aguantar ciertos dolores. ¿Para que rayos pedía ella una manzana?  No es el momento de comer, pensé en ese instante. "¡ Perdón Alan! ¡ Perdón Alan!" No es tiempo de disculpas, tu solo termina el trabajo. Broto un poco de sangre, no demasiada. Sabia que debí haberme tomado un par de cervezas bien muertas antes de esto. Lo bueno fue que llegaron después. Por fin, el trabajo sucio termino. Ahora tengo una oreja hinchada y con un nuevo agujero. No es la gran cosa para los demás. Pero cumplí con un propósito, mutilar mi cuerpo por estética.


martes, 6 de marzo de 2012

Un sueño IV/ El tipo de blanco


Hace demasiado frio en esta terraza. Estoy sentado en una mesa de restaurante esperando a alguien desconocido. Voy vestido de manera elegante. Un traje negro, camisa blanca y corbata negra. Pasan unos minutos enmudecidos, solo escucho el correr del frio aire que se siente  en este momento. Unos pasos se avecinan detrás de mí. Los  nervios hicieron presencia. Se sienta en la silla que esta frente a mí. Su cara no me es perceptible, el lugar era oscuro y no se visualizaba bien. El tipo llevaba puesto un traje blanco, camisa negra y sin corbata. En la mesa había un plato con comida y dos copas de vino. El tipo de blanco sin decir nada andaba degustando su platillo, el único platillo sobre la mesa. Yo también tenía un plato, pero estaba vacío, tan vacio como yo. Había un eco silencioso, nadie hablaba. Solo lo veía comer y tomar su copa. Me voltea a ver, eso creo, y me dice con serenidad y una sonrisa algo inquietante:

-¿Sabes porque te mande a llamar? Quiero pensar que si.


Dije entrecortado y nervioso


-Nnnoo, no lo sé.
-¡Eso! Por eso quería hablar contigo. Hay algo que debe cambiar aquí o seguirá todo jodido como siempre.


Toma un bocado del plato, espera a que yo le diga algo. Un largo silencio, solo eso. Pasaron unos minutos y le pregunte:


-¿De qué hablas? ¿cambiar qué cosa? No entiendo de qué me hablas.
-¡Maldita sea! Abre más los ojos. Bien sabes a que me refiero. Ya sabes, es lo que te ha traído jodido todo este tiempo. Piensa, seguramente sabrás de qué hablo. No sigas esperando.
-¿Esperar?
-Si. Siempre estas esperando y no sabes que esperas.

Él jugaba con la copa de vino. Otro silencio se hizo presente. Mi plato seguía vacío. No me atrevía a tomar la copa sobre la mesa. Sin pensarlo titubee:

-No estoy seguro de…- Se para y me interrumpe bruscamente.
-¡Tu nunca estas seguro de nada!

Casi me arroja a la cara el vino de la copa, pero se contuvo y se volvió a sentar en su silla dándole un sorbo. Después prendió un cigarrillo y me miro amenazantemente. Silencio, solo eso, un silencio profundo. No me iba a dejar hablar, lo sabia, se le veía en su cara.

-Pierdes tu tiempo. Lo seguirás perdiendo, seguirás jodiendote. Ya te dije que debes cambiar algo aquí. Tú sabes a que me refiero. No podemos seguir así.

Su cara comenzó a iluminarse en ese momento. La reconocí rápidamente. Siento un escalofriante miedo, me hice para atrás junto con la silla como si el me fuera a atacar. No lo podía creer, todavía sigo desconcertado. ¡Era yo! Él era yo. Actuaba diferente, pero físicamente era yo.

Sigue hablando:

-Si tú no haces nada, no podre ayudarte. Tus lamentos no sirven para un carajo y lo sabes, pero lo sigues haciendo. Te frustras a ti mismo.

Silencio, mas silencio. Él tenía razón. Suelo desviar esos temas. Esta vez no me dejó. Sentado, me quede observándolo con odio, un odio maldito. Quería molérmelo a golpes. Pero de que serviría, yo seguiría igual.

El seguía mirándome con amenaza como si me fuera a atacar con el tenedor pero se contenía. Cada vez el frio se hace mas intenso, insoportablemente intenso. A él no parece importarle un carajo. Un viento fuerte llego de improviso haciendo volar las cenizas sobre la mesa.

-¡Ya basta!- dice enojado –Tu silencio no soluciona nada. Estas solo porque quieres, estas solo porque no sabes que es lo que quieres y sigues esperando algo que desconoces.  Tu existencia se ha vuelto absurda, lo sabes. Nunca te haz animado a cambiar algo por que tu cobardía no te deja.

Fue la gota que derramo el vaso. Me pare bruscamente, la mesa salió volando junto con mi silla, lo agarre del cuello de la camisa y lo azote contra la pared.  Un puñetazo en la nariz, otros dos en la quijada. Se comenzó a reír. Reía desquiciadamente. <<Esta loco este tipo>> me dije. Lo suelto rápidamente y se dirige tambaleándose hacia una barda y se sienta dando la cara al suelo.

-Esta bien, haz lo que quieras. Sigue lamentándote y escondiéndote si quieres. Sigue jodiendote la vida si quieres- Dijo entre risas.

Camina con la nariz aun sangrando. Toma las escaleras que estaban en el fondo y en señal de despedida agregó:

-Recuerda que… jajaja… aunque ignores lo que hablamos… ¡Sin embargo se mueve!

Baja los escalones y a cada paso que avanza van desapareciendo. Su risa disminuye hasta que todo queda en silencio. Me quedo ante un mudo e insoportable frio sentado en el suelo, recargado ante un muro desesperado por todo lo que me había dicho.
Un peculiar dolor de cabeza me ataca y me tiro al suelo con las manos en el área del dolor. No se cuanto tiempo estuve en posición fetal gritando por aquella tortura infernal. Me levanto y un espejo antiguo de cuerpo completo estaba frente a mí. Podía ver en el reflejo un yo destruido y acabado, una cara de los mil demonios, como si una resaca eterna me hubiera atacado. Me quedo observando en silencio un largo rato. Una furia comenzó a controlarme. No puedo aguantar más y grito desquiciadamente

-¡¿Quien eres tu?!
Nada. Más silencio nada más. El reflejo escribe sobre un papel y lo pone sobre el espejo <<Tu soledad>>. Comencé a reír sin parar como un loco.
-Esto se trata de un juego ¿verdad? Ya me canse de esto. ¡Déjenme en paz! No sé que quieres de mí.

Las lágrimas de desesperación brotaban de mis ojos. Jalo una de las sillas y me siento. El reflejo escribe nuevamente.

<<Cambia algunas cosas, o seguirás jodido como ahora>> decía el papel.

En un momento de ira me paro de la silla la tomo y la aviento contra el espejo. Se rompe en pedazos. Ya no queda nada, solo cristales en el suelo. Me asomo sobre el barandal de la terraza. Un oscuro y profundo vacío. Se escucha el viento rozar contra las paredes. Pensé por un momento en aventarme desde aquí, pero no era necesario simplemente no era la salida perfecta. Miro a mí alrededor buscando alguna puerta. No existe ninguna. No consigo salir de esta terraza. Me quedo otro rato en silencio esperando a que suceda algo más. Nada pasa, un mudo frio y nada más. No queda de otra, la desesperación me mata. Tomo vuelo, comienzo a correr y salto hacia el vacío. Mientras caigo un pensamiento asalta mi cabeza. <<Aquel cambio, ¡ya se a que se referían!>> y mi cuerpo toca el suelo. Despierto bajo mi cama, me había caído de ella. Una pesadilla, era solo eso. Mi subconsciente jugo conmigo todo este tiempo. 



[El Ornitorrinco]
02/Julio/10 Tomada por Ana Paula Tello

domingo, 4 de marzo de 2012

Relatos de una cruda del carajo

Hoy desperté sintiéndome enfermo. Recuerdo que ayer estaba en el lugar indicado, pero en el estado incorrecto. Ahora la nausea no perdona mis locuras de anoche, aunque no lograra hacerme correr a vomitar como en otras ocasiones. ¿Cerveza?, claro, quiero mas. No soporto el calor en pleno invierno. Parece un furioso verano que no perdona las sombras. Ayer el mundo giraba a mi al rededor. Yo solo era una pequeña partícula en pleno estado de ebriedad. "¿Te imaginas a nosotros cuando tengamos 50 años?" dijo uno de los cuatro cuando estábamos en la mesa del bar. Seguramente seguiríamos igual. Parrandas hasta amanecer, alcohol hasta quedar en calidad de bulto. La diferencia seria las huellas de la vejez. No lo se, no existe algo que asegure los caminos de cada quien. Siempre eh pensado que en algún momento existe una separación inminente y en ocasiones se vuelven a juntar por temporadas. Siempre se pierden cosas a la hora de embriagarse. Yo perdí dinero, pero que importa, es solo un regalo temporal del cielo. La maldita necedad obliga a ser insoportable a cualquiera. ¡Carajo!, la resaca todavía me punza hasta el alma. Tendré que caminar bajo el sol a buscar una solución. 

[El Ornitorrinco]