Vacaciones de verano, largas vacaciones sin ocupaciones. Ayer hice lo mismo que hoy: nada. Tareas caseras que requieren de mi paciencia y poca concentración más la fuerza de voluntad, aunque hay ciertas cosas de las que creen no soy capaz de hacer o que no tengo la fuerza suficiente para hacerlo. No tengo fuerza física, soy un alfeñique con una panza chelera que enamora. Me quede encerrado dos días seguidos, no salí de casa, me quede ensimismado en la cama creyendo que así resolvería muchas cosas, pero no resulto de esa manera, solo hubo mas revoltijo. Me quede solamente con una pequeña parte de mi. Lo demás lo deje escapar por la puerta de enfrente mientras estaba distraído pensando en como asesinar a mi pereza. Permanezco puesto con la misma ropa de ayer, no hay necesidad de cambiarse si solo andaré caminando por los pasillos de mi casa. Junto a mi se encuentra una guitarra vieja y desafinada con solamente cinco cuerdas que se resiste a morir, como muchas otras personas. A ratos me da por tocarla, pero su sonido se ha vuelto algo melancólico e irregular. Saber que esa guitarra es mas vieja que su servidor y sigue aquí intentando sonar como lo solía hacer en su época juvenil. La pasión hacia algunas actividades se ha ido, todavía quedan algunos vestigios de ello cuando las vuelvo a retomar. Como dice aquella canción: Ahí viene el amor, el amor se va...Algo así me sucede a veces, me aburro rápido de algunas cosas. Ya me aburrí de la soledad, pero no me puedo deshacer de ella todavía, se aferra a quedarse y no la culpo, a veces me reconforta tenerla al lado. Esta deprimente ciudad me ha llegado a cansar. Eh querido cambiar de aires, cambiar de ambiente, pero la crisis no deja que me mueva a algún sitio. Seguir en este lugar limita mi creatividad. No eh escrito nada, mi cabeza no imagina nada, el silencio solo se ha vuelto silencio, no es como aquel viento que me susurra cosas al oído. Me estoy volviendo loco. La sobriedad ya me aburrió, ¿o sera la falta de compañía? Que se yo. Todavía sigo sentado pensando en satisfacer a mi tánatos mediante la intoxicación de mis pulmones y de mi hígado. Pero nada ocurrirá, mi hígado se salvara, pero mis pulmones no. Y al final, aun seguiré pensando que no debí arrojar aquella piedra y luego esconder la mano. Pero por ahora dejare todo esto y me dedicare a ese humeante placer que me quita las ansiedades, mientras por mi mente pasa una ligera sospecha de que mañana sera otro jodido día como hoy.
[Perry O'Hara]